Suelo: es conveniente que sea fértil o medianamente fértil, tenga materia orgánica, buen drenaje y adecuada aireación.
Preparación del suelo: este aspecto tiene importancia considerable en el comportamiento futuro de las plantas.
Lo ideal es preparar el terreno con anticipación punteándolo y limpiándolo convenientemente para favorecer la fácil penetración de las raíces, la aireación y la pronta descomposición de la materia orgánica. Si el suelo no reúne las condiciones ideales de cultivo se puede incorporar materia orgánica para mejorar sus propiedades físicas.
Cuando se preparan macizos para implantar florales anuales, se recomienda elevar el nivel del terreno (en zonas de lluvias frecuentes) para evitar problemas de anegamientos que son sumamente dañinos para las raíces de estas plantas.
Si las plantas se cultivan en contenedores se aconseja emplear sustrato o una mezcla de tierra negra con algún componente orgánico, para favorecer la aireación, el drenaje, el crecimiento de las raíces y disminuir posibles problemas de compactación y encharcamiento.
Las macetas que se usan para la plantación de plantines deben tener excelente drenaje y tamaño acorde con el de la planta que en ellas se ubicará.
Distancia de plantación: Para determinar el espacio entre ejemplares, evitar problemas de competencia, apiñamiento o que queden amplios huecos entre plantas, hay que tener en cuenta:
- El tipo de crecimiento de cada especie en particular.
- El desarrollo futuro.
Los plantines, debido a su escaso desarrollo, se ubican en el jardín dejando entre ellos, aproximadamente, 10 a 30cm.
Algunos propietarios desean tener desde el momento de la plantación un diseño “terminado”, para conseguir este efecto los ejemplares deben ubicarse muy próximos entre sí, sin tener en cuenta su crecimiento posterior ni los problemas que esto puede ocasionar.
Duración de los plantines: es muy importante conocer el tiempo de vida útil de las especies implantadas en el jardín, para saber con que frecuencia se deben renovar las matas. Algunas especies, como conejitos y pensamientos permanecen en excelentes condiciones por muy poco tiempo porque tienen la floración acotada a una determinada estación; otras, de mejor adaptación a las condiciones climáticas de la zona, permanecen en buen estado por más de cuatro o cinco meses, como las portulacas o begonias flor de azúcar; en tanto que otras, como coralitos y alegrías del hogar pueden permanecer por más de diez meses en constante floración.
Rusticidad: algunas anuales son más resistentes que otras a determinadas condiciones de humedad, temperatura, luz, problemas fitosanitarios, etc. Cuando se conocen estas características se las puede ubicar correctamente en el jardín para que nos regalen sus abundantes y bellas flores durante más tiempo.
Ejemplo: los copetes se caracterizan por soportar bastante bien: frío, temperaturas elevadas, pocos riegos y suelos
bastante pobres, pero son muy susceptibles a periodos de lluvias y lloviznas frecuentes porque se ven afectadas sus inflorescencias.
Exposición: la luz solar es fundamental para obtener ejemplares compactos y una buena producción de flores, por lo tanto se debe poner especial atención a la ubicación que se les dará a las plantas en el jardín.
Los plantines pueden disponerse:
- Pleno sol: reciben sol durante todo el día.
- Media sombra: el sol directo llega antes del medio día o se filtra a través de las hojas de árboles o arbustos.
- Sombra: el sol no llega directamente a las plantas pero estas reciben excelente luminosidad.
- Sombra densa: el sol no llega a las plantas en ningún momento y los ambientes son muy oscuros.
La mayoría de las anuales prefiere sol o media sombra para vivir correctamente; lo ideal sería que recibieran como mínimo más de cuatro o cinco horas de luz solar directa por día. Algunas crecen bien con sombra parcial o con luz solar filtrada pero prácticamente ninguna prospera cuando la sombra es completa.
La falta de sol disminuye la producción de flores y afecta su coloración, origina plantas altas, de tallos débiles, con follaje escaso y clorótico.
Algunas pocas especies que se manejan como plantines, pero que realmente no lo son, no toleran sol directo durante ninguna etapa de su vida y sólo necesitan excelentes condiciones de luminosidad para florecer correctamente, al menos en nuestra zona. Ejemplo: violetas de los Alpes, gloxinias y prímulas.
Color y combinaciones: La luz del sol no solo es importante para el crecimiento de las plantas sino también por el efecto que ella produce en los colores.
Los tonos cálidos y fuertes (rojos, amarillos y púrpuras) se destacan a plenos sol y atraen la atención, en tanto que los pálidos o claros (azules, verdes y blancos) tienden a decolorarse cuando están muy expuestos; por lo tanto conviene emplear los primeros para contrarrestar la luz del sol y los otros para iluminar las zonas más oscuras.
Las combinaciones posibles son muchas pero es preferible trabajar con tonos armónicos y pocos contrastes.
Temperatura: algunas anuales crecen muy bien durante los meses cálidos, como las portulacas, vincas o torenias; en tanto que otras prefieren los meses fríos como las petunias, pensamientos y caléndulas.
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